sábado, 28 de enero de 2017

Mis problemas: al desnudo

Estoy terriblemente triste. ¿Por qué? Te preguntarás. O quizás no te importa. Aunque me gustaría pensar que sí.
Estoy triste por mi. Oh, si, sé que esperabas que estuviese triste por algo que no fuera yo. Quizás alguna guerra, la desigualdad, o algo más importante. Pero no, estoy triste por mi, estoy decepcionada, como siempre, y en estos momentos, son en los que me pregunto si realmente sirvo para algo, si realmente tengo alguna función en este mundo, si realmente conseguiré algo de lo que me proponga en esta vida.
Me pregunto si conseguiré cambiar mi mente, si lograré alcanzar mis objetivos. O aún más fácil, me pregunto si algún día sabré qué es lo que quiero ser, qué es lo que quiero hacer, qué es lo que me apasiona. O seré de esas personas que se pasa toda la vida perdida, errante, buscando algo sin saber qué busca, persiguiendo sueños que no logra cumplir, pensando que no valgo, que no sirvo, que nunca lo lograré. Y cuando lo encuentre, será demasiado tarde. Seré de esas personas que se dan cuenta de que han perdido la vida intentando, sin hacer nada. Que han perdido el tiempo buscando, en vez de creando.
No digo que yo sea una persona sin metas. Las tengo. No digo que no sea una persona luchadora, lo soy. Digo que soy débil, aunque finjo no serlo y llevo siempre una especie de coraza que no deja de ser actuado. Digo que mi fuerza de voluntad no es mucha, aunque juro que lo que más deseo es fortalecerla. Digo que me hundo fácilmente, que prefiero cargar con los problemas de los demás y ayudarles antes que pedir ayuda y encargarme de los míos. Nunca pido ayuda porque tengo que hacerlo sola, porque tengo que ser yo la que lidie con ello.

Ya puedes ver adonde me ha conducido eso. Llevo dos años o más así. A veces bien, a veces mal.
No he hablado de qué problema tengo. Normal, es algo de lo que odio hablar. Me avergüenzo profundamente de ello. Y no solo eso. Cuando hablo sobre esto, pero le ocurre a otra persona, suelo tratarlo con desprecio, como si fuese fácil. Cuando sé mejor que nadie, que no es fácil.Que luchar contra un impulso no es fácil, que casi siempre pierdes. Yo veo a las personas que están obesas, y que tras un año o dos han cambiado por completo, y yo las admiro, porque me encantaría tener ese auto control, me encantaría poder decir que me he esforzado, que he luchado y que lo he conseguido.

A día de hoy, lo más que puedo decir, es que "lo intento".
Hubo un tiempo en el que lo conseguí. Y era feliz. Pero ese momento pasó. Desde entonces, todo ha sido una montaña rusa.

Qué tengo. Qué me pasa. Muchos ya lo habréis imaginado o lo intuís. Tengo ansiedad. Y son muchísimos los detonantes. También tengo la fea costumbre de escapar del mundo. Cuando sufrí bullying en el colegio, me refugié en los libros. Pero ese no es el problema. El problema empezó cuando empecé a refugiarme en la comida. No soporto hablar de esto, me parece algo tan... no sé.  No quiero decir ridículo, porque para mí no lo es, y quizás para otra persona que lo sufre tampoco. Y no voy a ridiculizar el sufrimiento de otra persona, aunque lo haga con el mío.

Ansiedad. Suele detonarse cuando tengo miedo, cuando estoy estresada, en situaciones nuevas... Por ejemplo, la primera vez que tuve ansiedad fue cuando me fui un mes a estudiar a Burdeos. Bueno, quizás no la primera, pero sí la primera vez que me di cuenta. Engordé 5 kilos. Siempre lo recordaré porque antes de irme, estaba a punto de cumplir uno de mis objetivos a nivel físico. Aún a día de hoy, sigue siendo uno de mis objetivos, pero cada día que pasa lo veo más lejos de mí. Estaba en el momento perfecto, y en un mes me las arreglé para echar a perder el trabajo de más de medio año.

Ya nada volvió a ser igual. Yo era incapaz de controlarme comiendo. No podía. Aún no puedo. Oh, puedo estar, pero siempre habrá algún día en el que coma por cuatro. Y ese día será el peor de mi existencia. Imaginaos eso varias veces al mes. Sé que estás pensando. "No es tan difícil. Deja de comer. ¡Contrólate!" Ya, bueno, puedo asegurar que mi mente en esos momentos está de todo menos lúcida. O quizás es una excusa más que me pongo para no controlarme. En cualquier caso, sigo.

 Después de ese verano, llegó segundo de bachiller. Conseguí mantenerme más o menos hasta navidades. Pasado ese momento, la ansiedad fue lo único que estuvo en mi mente hasta selectividad, e incluso después. En verano, intenté volver a mi antiguo yo. No lo conseguí. En los dos viajes que hice, a Amsterdam y París, la ansiedad fue mi acompañante más fiel. Y cuando regresé, fue a peor. ¿Motivo? La universidad empezaba en un par de semanas.

Mis amigues son testigos. No salí de casa. Me vicié a una serie. Verla y comer. Era lo único que hacía. Un círculo vicioso que me hacía caer hacia el fondo del pozo. Pensé que había tocado fondo. Parece ser que no.

Desde que empecé la universidad, ha mejorado.O más bien, desde que estoy en el equipo de rugby, he mejorado. Pero a pesar de todos mis esfuerzos, sigue presente, y cada vez que me meto en algo que me da "miedo", nervios, o algo, como. Lo odio. Odio manejar tan mal la ansiedad. No lo soporto.

¿Las consecuencias de todo esto? Ya lo ves. Baja autoestima, por no decir nula, altibajos, bruscos cambios de humor (y cuando digo bruscos, sigo MUY bruscos), pasando de la tristeza más absoluta la normalidad en minutos, distorsión mental de mi imagen, nula confianza en mis habilidades (excepto el deporte y escribir, sorprendentemente), dejadez, dificultad de concentración... También me limita a la hora de relacionarme, porque me encierro en casa. No quiero que nadie me vea en ese estado porque me da miedo que me juzguen, que se rían, que me critiquen. Sigo teniendo miedo a no cumplir con las expectativas, sigue importándome lo que piensen los demás de mi (ansiedad social, vaya).

Sé que soy más que mi cuerpo. Porque todos somos más que nuestro físico. Porque yo no juzgo a los demás por su físico. Pero si me juzgo a mí por mi físico. Sí que me importa mi físico. Sí que tengo metido entre ceja y ceja que soy mi físico. Aunque no sea cierto. Y sé que debería cambiar mi mente, pero yo sé de sobra que si quiero estar bien conmigo misma, tengo que estar acorde con la imagen que tengo en la cabeza de cómo quiero estar, cómo quiero ser.

Otra de las cosas que me afecta mucho, es el hecho de que me cuesta mucho llorar. Yo no suelo manifestar la tristeza llorando. Ojalá pudiera. Así que la expreso de otra manera. Por lo visto, comiendo también.O como ahora, escribiendo. Hay gente a la que no le gusta llorar. A mí no me gusta. Pero hay veces en las que deseo ardientemente llorar, desahogarme, y lo único que consigo, es frustrarme.

Yo solo lloro por dos motivos (en general. Lloro por más cosas pero es muy raro). Frustración extrema o ruptura de corazón (En sentido figurado se entiende). Y ninguna de las dos se da habitualmente en mi vida. Envidio a la gente que llora.

Quiero dejar claro que aunque yo maneje la ansiedad con atracones, (lo que en su momento yo pensé que era bulimia) también la he manejado y la manejo de otras maneras. Unas fueron pasajeras (o eso espero) y otras las sigo usando. Todas son dañinas para mi mente y para mí. También quiero decir que no se me considera una persona gorda, aunque muchos halláis pensado que si lo soy. Yo también lo creo, aunque sé que tengo una distorsión mental sobre mi imagen.

¿Qué más decir? Tengo la sensación de que no voy a poder salir de aquí. De que nunca levantaré cabeza. Pero quiero que tú que lees esto sepas, que aunque yo no lo haga, si puedes. Tú puedes hacer todo lo que te propongas. Porque tienes la fuerza. Tienes la capacidad, tienes el coraje. Por muy lejana que parezca tu meta, hazlo. Aunque tardes meses o años, aunque te caigas mil y una veces, SIGUE LUCHANDO.

He demostrado tener la fantástica capacidad de aconsejar y saber animar a la gente, y de ser incapaz de seguir mis propios consejos y de animarme a mí misma, así que por favor, hazme caso. Yo no soy un ejemplo a seguir, pero que mis palabras te sirvan de ayuda.

Eres únique, vales mucho más de lo que te piensas, puedes con todo, y te amo, independientemente de quién seas, cómo seas, qué problemas tengas. Y sé que aprender a quererse a uno mismo es un camino arduo y duro, pero merece la pena recorrerlo. Porque al final del día, solo nos tenemos a nosotres mismes. Y recuerda, que la única aceptación que tiene que importar es la tuya, no la de los demás. La suya, aunque parezca importante, no lo es. Si te aceptas tú, el resto no importa.

Y lo último que tengo que decir, es que  no necesitas a nadie para aceptarte, para quererte. Yo tengo metido a presión que si tuviese a alguien en mi vida (pareja) todo sería más fácil, aprendería a quererme, a aceptarme. Pero me engaño. Sé que solo conseguiría la aprobación externa, y que en cuanto estuviese sola, me vería exactamente igual que siempre. Mi mente no habría cambiado en lo más mínimo. No hagas como yo. No necesitas a nadie para ser feliz, ni para quererte, ni para nada.

Sólo te necesitas a ti. Si sabes estar a solas contigo, no necesitas nada más. Si estás a gusto contigo, ya lo tienes todo. Lo demás es secundario. Lo principal, eres tú. Siempre.


*Si tienes alguna duda, pregunta, o pensamiento que quieres compartir conmigo, puedes dejarlo en comentarios. O si prefieres decírmelo por privado, puedes mandarme un mail a ellalaloba@gmail.com o MD por twitter: @darkeltan o incluso instagram: @dark_eltan. Espero que te motive y te ayude a luchar por lo que quieres.*

Mirándolo ahora desde fuera, quizás es demasiado expresivo, demasiado exagerado pero no lo voy a cambiar. Porque quiero que te transmita, quiero que sientas, quiero que te emociones, que creas lo que cuento. 

No hay comentarios: