Mostrando entradas con la etiqueta Motivación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Motivación. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de enero de 2017

Otro año se va

Otro año se va. Otro año que empezó terriblemente mal. Ansiedad, estrés, depresión... No fue un buen comienzo de año.
Pero también han pasado cosas maravillosas. Como la universidad, los nuevos amigos, el rugby, el equipo...
Y también las cosas que no tienen nombre, como emociones, la superación de la ansiedad, la subida de la autoestima, la confianza...

Lo que mal empieza puede acabar muy mal, o muy bien. Y lo que bien comienza, ¿Por qué no acaba mejor?

Por una vez en mi vida, quiero dejar de esperar a que las cosas vengan a mí. Es la hora de salir, de lanzarme a hacer lo que quiero hacer, porque puedo y porque me da la gana.

A los amigos que se quedaron, gracias por seguir conmigo. A los que llegaron, gracias por estar ahora.

A las personas especiales de mi vida, a mi mejores amigues, que os quiero, lo dice en mi carné de identidad.

Y a la persona a la que llevo en el fondo del corazón, la persona más especial de todas...

Soy yo, así que qué decir que no sepa ya jajaja. (Os esperabais otra cosa, y lo sabéis jeje)

Feliz año 2017. Y espero que de verdad sea feliz, que ya he cubierto el cupo de malos años.

lunes, 10 de octubre de 2016

Consejos para mejorar con un TCA

Buenos días, criaturitas del bosque. Hoy estoy increíblemente feliz y  animada, así que vengo a intentar compartir mi felicidad con vosotres.

Hace un tiempo subí una entrada contándoos mi experiencia con trastornos alimenticios. Y quería dejar claro un mensaje. Se puede salir.

Y quiero dejar algo muy muy clarito. Aquello que os propongáis y luchéis por ello, os saldrá. Y lo lograréis. Todo esfuerzo tiene su recompensa. Y sí, sé lo difícil que puede resultar, lo duro que se hace acallar a la mente que mina cada pensamiento positivo que tenemos, que nos hace pensar que NO PODEMOS. Pero no es cierto. Claro que podemos. Sólo necesitamos la fuerza para empezar, y la constancia para continuar. 

Esto es una colaboración con una bonita amiwi que me ha dejado compartir su experiencia con vosotres. (@ArwenLightwood en twitter)



Lo más importante que he aprendido en estos años de lucha es a ponerme a mí por delante. Cuando estás peleando por llevar una vida normal y sana no puedes pararte a pensar en los demás, porque, siendo completamente sinceros, si tú no cuidas y piensas en ti, nadie más lo va a hacer.

Para comenzar a recuperarme lo primero que tuve que hacer fue deshacerme de relaciones tóxicas y amistades que sólo conseguían agobiarme, lo cual me llevaba a sentirme más ansiosa y a tener más crisis.

Una vez me hube liberado de cargas sociales me centré en organizar mi día a día. El problema de la ansiedad es que te hace creer que el tiempo pasa demasiado deprisa y que no vas a poder organizarte bien, lo cual es completamente falso. Con mi experiencia he aprendido que soy yo la que va a acelerada. Lo hago todo corriendo, pensando que voy a tardar más en resolver mis problemas, lo que me hace estar siempre estresada y agobiada y me lleva a refugiarme en la comida. Aprender a dividir el día, marcar un horario estricto fue crucial para recuperarme.

Lo tercero y casi de vital importancia fue hacer las paces con la comida. Aprendí que era mejor tener una tabla semanal de comidas que estableciese rígidamente los menús de cada día y, conociendo mis debilidades, me deshice de todo alimento que no fuese a formar parte de mi dieta (así no había tentaciones de ir a picar). Al principio la idea de hacer pequeñas comidas a lo largo del día me aterrorizaba (¿cómo iba a estar todo el día comiendo si no tengo límites?), pero una vez que empecé a hacerlo comprendí lo importante que era. Al comer cada poco tiempo no estaba ansiosa y mi estómago estaba siempre lleno, de manera que tenía más energía y cuando llegaba la hora de una gran comida no me sentía nerviosa y/o con la necesidad de comerme todo lo que se pusiese delante de mí.

Además, decidí informarme sobre temas nutricionales. Decidí averiguar cuántas calorías tenía que ingerir al día para mantenerme en mi peso y decidí construir los menús semanales en base a esa información.

Por último, aprendí a mantenerme ocupada. Los tiempos muertos eran los peores para mí (sí, confundes el aburrimiento con el hambre), así que comencé a apuntarme a actividades y buscar nuevos hobbies. Al principio me agobiaban porque pensaba que me quitaban tiempo (y como estaba siempre estresada creía no tener el suficiente) de mis estudios y demás, pero le di una oportunidad y en menos de una semana me había dado cuenta de que seguía estando al día con la universidad y afrontaba las clases con mucho más optimismo.

Es verdad que aun así hay veces que caes, es absurdo pensar que no vas a volver a sufrir un atracón, porque esto es un proceso. Al principio caes más a menudo, hasta que de golpe un día te das cuenta de que llevas dos semanas comiendo bien y sin sufrir ningún tipo de crisis o de ansiedad.

Así que, ¿qué hacer cuando has recaído?

Lo importante es no desesperar. Que hayas caído una vez no quiere decir que seas un fracaso y que jamás vayas a mejorar. Perdónate a ti mismo y pasa página. Al día siguiente procura beber mucho agua y mantenerte fiel a los menús que has establecido. Bajo ningún concepto te castigues pasando hambre porque así solo conseguirás volver a recaer.

Además, intenta racionalizar lo que ha pasado. Para ganar un kilo de peso necesitas consumir ni más ni menos que 7000 kcal. Así que no, con un atracón no has echado a perder tu trabajo ni vas a engordar. Es el trabajo constante el que cuenta, no lo olvides.



 

martes, 4 de octubre de 2016

Trastornos Alimenticios: Mi experiencia

Hoy vengo a hablar de un tema delicado. No es un tema fácil, aunque a primera vista mucha gente piensa, "no es tan complicado". Pero creedme, lo es.

Hoy vengo a contar un poquito de mi vida, que quizás no os importe mucho, pero espero que leáis igual por si conocéis a alguien que pase por lo mismo que yo, y queráis ayudar.

Así que, sin más dilación, vamos al tema.

Trastornos alimenticios
 
 Sí, esa maldición que nos persigue. Da igual que seas leído/a hombre o mujer (aunque nos afecta a nosotrAs en mayor medida), es bien posible que en algún momento de vuestra vida hayáis pasado por esto. No es fácil, no es agradable. Y todo tiene un desencadenante clave. 

Normalmente empezamos a preocuparnos por nuestro peso siendo jóvenes. Yo recuerdo estar en primaria y compararme con mi "mejor" amiga, que era más delgada que yo. Me cogía la tripa, y la odiaba por existir. Y no debía tener más de diez años. Al principio era solo yo, mientras mi amiga insistía que yo estaba bien. Luego, fueron los demás. A los doce años, yo era la gorda, fea, gafotas de la clase. La marginada, la que no tiene amigos. Un blanco fácil. Se metían conmigo por estar rellenita, se metían conmigo por tener pelo en el sobaco, se metían conmigo por estar sola. Al año siguiente, me pusieron mi primer mote, "ballena". 

Recuerdo perfectamente el donde, quién y cómo. Recuerdo dónde estaba sentada, y sus caras al decírmelo. Recuerdo cómo se rieron. Recuerdo el dolor que me causó a mí esa palabra.

Luego me cambié de colegio y pasé al instituto, y allí durante dos años me dejé llevar. No me veía bien, pero yo iba a mi bola, y me daba igual. Luego, sobrevino lo que fue la mejor época que he tenido jamás. Primero de bachiller, mi año estrella. Centré la cabeza, hacía deporte diario, comía bien, estudiaba. Adelgacé bastante, y justo antes de empezar el verano, alcancé los 54 kg. Mi objetivo eran 52. 

Justo después de ponerme a dieta para seguir bajando, me fui un mes a Bordeaux, en Francia, para estudiar. Mi idea era mantener la dieta y el ejercicio. Supongo que es obvio que no lo conseguí. De hecho, no solo no lo conseguí, sino que volví con 6 kg más y un nivel de ansiedad que no conocía cuando me fui. Desde entonces no fui la misma.

Intenté volver a adelgazar durante el otoño de 2º de bachiller, y lo conseguí, más o menos, hasta navidades, en donde tuve que dejar las artes marciales porque estaba suspendiendo. Y fue empeorando paulatinamente. Empecé de nuevo a darme atracones, por ansiedad, estrés, gula... todo junto o una excusa de mi cerebro para escapar, no lo sé. Al acabar selectividad, había alcanzado el mayor peso que jamás había tenido hasta la fecha, 63 kg. Mi ánimo estaba por los suelos. Al final, mi madre me convenció para acudir a un nutricionista. empecé en julio, y al finalizar agosto, había bajado a los 60 kg. 

Y el círculo volvió a iniciarse. Me fui de viaje, primero a Amsterdam, y luego a París. Iba con amigos, y me lo pasé muy bien, pero volví y lo primero que me pasó nada más volver fue tener un ataque de ansiedad de caballo. La semana entera siguiente, la pasé encerrada en casa, sin poder ni querer salir, sumergida en una "depresión". 

Hace ni un mes de esos viajes. Sigo atracándome como antes. mi moral está por los suelos. Me veo horrible, me doy asco, soy incapaz de comprender cómo alguien podría mirarme y gustarle lo que ve. He alcanzado, de nuevo, el mayor peso que he tenido nunca. Estoy destrozada mentalmente. Sé que lo superaré, pero aún no veo cómo ni cuando. 

Para aquellos que estén leyendo esto y estén pensando, "buah, vaya exagerada, es tan fácil como no ir a la cocina." no es tan fácil. La gente se cree que lo hago premeditadamente, pero muchas veces llego con la idea de coger una manzana y desaparecer, y acabo con media cocina bajo el brazo, huyendo, agobiada por mi propio descontrol, a mi cuarto. Es un bucle, en el que es fácil caer. 

Antes de finalizar, quiero añadir que no tengo un TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria), solo síntomas, pero que me ha repercutido negativamente en muchos aspectos de mi vida. Debido a ello he llegado a autolesionarme o tener pensamientos autodestructivos. 

Así que, la próxima vez que veáis a algún niño/a, llamando gordo/a a otro/a, haced algo, porque es posible que tenga que pasar por algo semejante a esto. Es cierto que mis viajes hicieron mucho, pero mis problemas con no aceptar mi cuerpo tal como es empezaron allí, en el colegio, con niños que me hacían ver que estar gorda era sinónimo de feo y despreciable, y que si eras así jamás nadie te querría. 

A día de hoy aún no he sido capaz de borrar ese pensamiento de mi interior. Sigo asociando belleza con ser querida, y por eso sigo pensando que nunca he tenido, ni tendré en un futuro cercano, pareja. sé que es estúpido, y que no es cierto, pero eso es lo que tengo interiorizado desde enana. 

Así que, no dejéis que insulten a niñas pequeñas. No dejéis que asocien estar delgadas con ser bonitas, y por tanto queridas. No permitáis que pasen por todo esto. No permitáis que sufran esto. 

 (Dadle mucho cariño a esta entrada por favor, que me ha costado bastante subirlo, sobre todo por ser algo tan personal)


 

domingo, 17 de julio de 2016

Querido:

Querido ser invisible: 
Testigo de mi sufrimiento. Tu me has visto crecer y envejecer, me has visto reír y llorar, gritar y jugar. Todos mis recuerdos, querido amigo, están escritos en tus retinas, esperando el día en que pueda volver a verlos. Espectador de mis ensalmos, de mis llantos y mi ira, de mis bailes y alegría.
Tú, fiel visitante en mis noches de ensueño, en mis depresiones y agonías. Tú, creyente en mis progresos y habilidades, consciente de mis errores y aciertos. ¿Vendrás algún día a verme? ¿Vendrás, al final de mi otoño, a llevarme al crudo invierno? ¿A la eterna blancura? ¿A la dulce muerte?

Querido espejo: 
Quiero disculparme, por todo el odio que te lancé. Aún me sorprende no verte agrietado, roto, destrozado por mis pensamientos, por mi odio, por mi asco, por todo lo que te recriminé y de lo que no eras culpable.
No puedo borrar el pasado, pero espero reparar aquello que rompí, con amor y cariño. Prometo no volver a acribillarte, nunca más, no volver a traicionarte, no volver a ver a un enemigo, donde estaba un amigo, donde estaba un aliado para enseñarme a quererme, donde podía aprender a no depender de los demás.

Querido cuerpo: 
Tanto tiempo odiándote, desde tan temprana edad. Tanto tiempo tratando de cambiarte, tanto tiempo en guerra conmigo misma. Tanto tiempo torturándote, tanto tiempo odiándome. Perdón por darme asco, por insultarte y herirte. Perdón por las dietas estrictas y las salvajes comidas, perdón por el martirio, perdón por la ansiedad y el estrés. Perdón por mi falta de autocontrol, del daño que te he causado, de dejar ganar a los impulsos, a la gula y la pereza, perdón por dejarte al borde del abismo, mientras mi alma caía al fondo. Perdón por renunciar a amarte, y perdón por despreciarte.

Ahora deseo quererte, deseo aceptarte, deseo conocerte. Deseo poder tener control, deseo que te veas sano y fuerte, deseo acariciarte y abrazarte. Deseo cambiarte a poquitos, sabiamente, y quererte en el antes, el medio y el después. Deseo gustarme, y deseo que gustes, deseo que seas feliz, y ser feliz contigo. Deseo que seas mi templo, y decorar hasta lo indecorable. Deseo adornarte, perfumarte, y adorar cada milímetro de tu imperfección. Deseo que seas fuerte, que alcances tus metas, y venzas tus miedos. Deseo escribir mi historia en forma de poesía y metáfora en tu piel, tatuar mis ideales en tinta negra y azul, y mis pensamientos en verde y rojo. Agujerear cada "ponte en pie" después de caer otra vez, y teñir de morado los momentos de grises y blancos.

Deseo ser quien soy, ni un poquito más ni un poquito menos, quererme con mis defectos y mis virtudes, y saber que si quiero, puedo cambiar, que nunca seré la misma que ayer, y que se aprende más de una derrota que de mil victorias.

miércoles, 13 de julio de 2016

Hoy es un nuevo día

 Hoy me he levantado con ganas de apreciar la vida, de vivir, de disfrutar. De dejar a un lado las quejas y la pereza, de dejar de darle vueltas a todo y dejarme llevar.

Hoy tengo ganas de comerme el mundo, de buscar nuevos colores, inventar formas en las nubes, verme en los ojos de otra persona, abrazar gente, sentar en la hierba a escuchar el viento. Sentir el agua en mi piel, la brisa en mi cara y el susurro del bosque en mis oídos.

Hoy me apetece reír, ser feliz, sonreír le al mundo y decirle, que hoy es mi día. Pedirle tiempo muerto al tiempo, ponerle una barrera a la tristeza, gritarle adiós a la rabia, la envidia o el capricho. Besar al karma, para que me devuelva por tres lo que doy, aullar a la luna y rezarle al sol. Hablar con mi alma, recordar buenos tiempos, aprender de los malos. Cantar una canción, o dos o tres, bailar al son de la marea, ver la sombra que provoca el fuego, saltar los troncos y correr por la vida.

Hoy es un nuevo día, distinto al ayer y al mañana. Y será lo que tú quieras que sea. Respira hondo, ¿Lo sientes? Es el aliento de la naturaleza, diciendo que vayas a jugar con ella.