miércoles, 26 de octubre de 2016

Relato colaborativo

Para un observador no muy atento, el bosque estaba lleno de sonido. Las luciérnagas emitiendo sus llamadas, los sapos croando, el batir de los murciélagos, el suave ulular de un búho de cacería... Pero para un observador atento y conocedor del bosque, había algo que no encajaba en la delicada sinfonía de vida nocturna. Un sonido discordante, que no encajaba en ningún lado. Un exceso de ruido, producido por algo que no era habitual en el bosque.


La luz de la luna que es escapaba por entre rendijas de nubes iluminaba apenas el diminuto claro en el que crepitaba la hoguera. A su alrededor, se afanaba una menuda figura cubierta por una capa negra. El observador sabía que no era conocedor del bosque. Hacía demasiado ruido. La figura masculló algo mientras echaba más hierba al fuego. El observador entrecerró los ojos, contemplando cómo se dejaba caer, suspiraba y contemplaba las tenues llamas, que ahora desprendían un denso humo. Olisqueó el aire, pero soplaba en contra, y no pudo percibir nada. Nuestro observador se dedicó a esperar, y esperar, hasta que sintió que la respiración de la figura se hacía lenta y regular.


Se incorporó entonces, y con sigilo, se dirigió hacia la criatura acurrucada en el suelo. Atento a su alrededor, olisqueó con cautela a la criatura. Desconcertado al no reconocer el olor, rodeó la exigua hoguera. Se detuvo un momento en la bolsa que había llevado consigo el de extraño olor, y tras olisquearla también, la abrió para sacar un poco de pan y queso que llevaba envuelto en una tela.

Un crujido le sobresaltó, y se dio la vuelta, dejando caer lo que llevaba en las manos. La criatura se había levantado, y estaba inmóvil mirándole con ojos muy abiertos y un puñal en la mano.
El observador le miró detenidamente, acercándose, paso a paso, mientras la figura temblaba ligeramente y empezaba a murmurar de forma atropellada.

El olor le seguía desconcertando. Conocido, pero a la vez desconocido. Con un último paso, extendió la mano, y de un suave manotazo le retiró la capucha.

El joven abrió los ojos para ver al observador retroceder un paso, sorprendido. Se contemplaron mutuamente por un rato, hasta que el joven bajó el brazo que sostenía el puñal.

El observador sonrió, o lo intentó, y se sentó al lado de la hoguera.

-Queda poco para el amanecer.- Murmuró con voz ronca, sorda.- Siéntate.
-¿Qué eres?- Preguntó sin moverse el joven, sin perder de vista sus movimientos.
-Siéntate, y quizás te lo cuente.- Dijo el observador mirándole desde abajo.

El joven, poco a poco y sin dejar de mirarle, se sentó. El observador puso un poco de hierba seca en el fuego, y estuvo contemplando las llamas antes de volver a hablar.
-¿Qué haces aquí? Este no es el lugar para un joven.
-Eres un guardián del bosque, ¿Verdad?- Preguntó el joven ignorando la pregunta del observador.- Me han hablado de vosotros. Protegéis el bosque de amenazas.
-Quizás si, quizás no. Responde a mi pregunta.- Respondió taciturno.
-¿Por qué iba a confiar en ti?- Volvió a preguntar en voz apenas audible.
-Si sabes tanto de nosotros, deberías saber que ya deberías estar muerto.
El joven bajó la mirada, respiró hondo, y empezó a hablar.
-No soy tan joven como parezco. Me llamo Sagara, y busco refugio en el hogar de los guardianes.
-¿Por qué?
- Porque vuestra reina me dijo que viniese en caso de que no quedase un solo lugar en el continente donde estar seguro.


¿Os está gustando el relato? Colabora! ¿Cuál piensas que es la historia de Sagara? ¿Quién crees que es? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo crees que es un guardián? ¿Qué te gustaría que pasara a continuación? Dejádmelo en los comentarios e iré utilizando lo que más me guste para incluirlo en la historia!! 

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